Hoy no os hablare de parafilias, tengo un texto
de una escritora anónima, que ha querido mandarme este sublime delirio.
Disfruten de las líneas que vienen a
continuación y en especial, dejen volar la imaginación.
Hasta los próximos días querido/as pecadores míos.
Por fin ha llegado el momento. El que estaba
esperando desde el instante en el que te vi. Aquí estamos los dos. Solos.
Desnudos. Tal y como había soñado. Tal y como había imaginado.
Te ves tan apetecible tendida sobre la cama.
Tu suave piel blanca se mimetiza con las sábanas, y tus cabellos desplegados
sobre la almohada hacen que parezcas la imagen onírica de una diosa. Una diosa
al alcance de mis manos.
Ellas no soportan la espera y una se desliza por una de las mejillas de tu cara lentamente. Tan delicada y
tan hermosa, disfruto el contacto con cada centímetro de tu piel. Mi deseo
incrementa, y mis manos a escasos milímetros de tu piel, se dirigen hacia tus
senos. Dan vueltas alrededor de ellos, dibujando círculos concéntricos hasta
terminar en tus deliciosos pezones. Los
acaricio y los pellizco por igual, hasta que mi boca acude sedienta a tu pecho
izquierdo, lamiéndolo por completo. Mi lengua juguetea con tus pezones. Absorbo
tu pecho hasta hacer desaparecer su aureola dentro de mis fauces.
Estoy ardiendo y necesito notar tu interior.
Quiero entrar en ti. Abandono tus pechos, por ahora, y me voy acomodando
mientras mi lengua va marcando el camino hacia la puerta de tu templo. Mis
manos se aferran a tus pronunciadas caderas. Mi cara se encuentra frente a tu
vagina. Beso tu vello púbico y aprovecho para olfatearlo profundamente. Me
embarga el aroma de tu sexualidad. Nuestros labios se unen, mi lengua se
introduce en ti, se mueve de abajo a arriba repetidamente. Mis dedos escudriñan
cada recoveco de tu coño. Humedezco e introduzco mi dedo corazón. Entra y sale
cada vez más rápido. Noto tu interior. Noto tus caderas. Te penetro ya con dos
dedos. Mi pene excitado desde el inicio, está a punto de explotar. Lo libero de
su jaula y comienzo a tocarlo sin dejar de mover mis dedos mientras observo tu cara
en busca de esa señal de satisfacción.
Mi polla está completamente hinchada. Es el
momento de introducirla en tu ser. Separo tus piernas para poder penetrarte en
plenitud. Mientras me coloco, mis piernas me flojean de la excitación. Te
penetro por primera vez muy lentamente, y la acompaño con una exhalación de
placer. Aumento el ritmo poco a poco. Noto mi pene entero en tu interior y me
excito más si cabe. Empujo como si tratase de alcanzar algo, tras cada
movimiento de cadera.
Busco la confidencia de tu mirada para
compartir sensaciones contigo. Pero, ¿por qué no veo placer en tus ojos? ¿No te
gusta cómo te lo hago? A lo mejor te gusta hacerlo más sucio. Así que
intensifico las sacudidas. Te digo lo zorra que eres. Sabía que eras muy puta.
Noto cierto desprecio en tu cara. Me enfurezco. ¡Te voy a dar lo que te mereces
maldita zorra! Cierro mi puño y te doy un golpe seco en la cara para borrarte
esa expresión tuya. Mi furia no calma, y te agarro del cuello con ambas manos.
Con cada penetración, aún más brutal que la anterior, aprieto un poco más tu
delgado cuello. La ira incrementa mi placer y viceversa. Estoy desatado. Empujo
y aprieto. Empujo y aprieto. Voy a correrme dentro de ti aunque no quieras.
Jadeo como lo que soy, un animal. Aumenta mi respiración y suelto un grito
ahogado de placer mientras inundo tu interior con mi esperma.
Me enderezo entre espasmos, dejando al aire
tu cuello. Te miro una vez más y me desplomo sobre ti al amparo de tus pechos.
Mejilla con mejilla, dejo caer algunas lágrimas sobre tu oído. Me invade el
dolor y un sentimiento de autorepugnancia. Lamento haberte matado dos veces.
Ojalá estuvieras viva, para poder matarte y follarte fresca de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario