El vampirismo Clínico es un raro
trastorno mental caracterizado por la excitación sexual asociada con una
necesidad compulsiva de ver, sentir o ingerir la sangre existiendo o no el
autoengaño creencial de ser un vampiro.
Aunque en la literatura médica se trata
el tema desde hace de más de cien años, la bibliografía mas bien escasa. El
vampirismo fue propuesto formalmente como condición clínica particular en 1985
por Herschel Prins y en 1992 Richard Noll describió sus características con el
nombre de síndrome de Renfield.
En la historia existen casos conocidos,
como pueden ser;
Vlad Draculea, Guilles de Rais, Condesa Elizabeth Bathory, Fritz
Haarmann, Peter Kürten, Bela Kiss, Allan Menzies entre otros muchos.
Más adelante, trataremos estos casos uno a
uno, hablando de sus sádicas y curiosas aficiones.
Añadir que se debe distinguir de comportamientos
sociopáticos y rituales sangrientos que caracterizan algunas sectas religiosas,
como por ejemplo los seguidores de la Diosa Kali en la India o de la Santa
Muerte en México.
Fuente: Wiqipedia.
Así bien, la excitación de la sangre es
muy poderosa, tanto como para el que sufre la extracción y el corte como para
el que lo produce. Sentir una vez más el poder de la vida y de la muerte. Sobreexcitación
por el líquido carmín vital.
Divagar entre ríos acarminados, diluyamos
nuestros sentidos entre las siguientes líneas y dejemos que nuestra mente, una
vez más imagine la situación que a continuación se relata.
....
Grandes lámparas de araña y cristal de
bohemia inundaban de una tenue luz de la gran sala. Un cuadro oscuro y lúgubre de
un artista desconocido decoraba toscamente una de las paredes, cubriendo otra
de ellas un gran mural con diferentes herramientas, tales como cuchillos de
diferentes tamaños, empuñaduras y filos, catanas, fustas, látigos y demás
utensilios más que llamativos. Faltaba un cuchillo.
En las dos paredes restantes se hallaban
colgadas diferentes máscaras, venecianas, africanas, de rasgos animales e
incluso de látex y polietileno.
En medio de la gran sala, se disponía una
cama redonda, cubierta de sabanas rojas y negras, de un raso exquisito,
brillante.
Una mesa de ébano se encontraba a su
lado, con dos copas recubiertas de oro y un cuchillo de empuñadura dorada. Con
un filo brillante, puntiagudo.
En el centro de la cama, encima de las
sabanas negras, con las rojas apartadas a un lado, dos cuerpos, uno encima del
otro.
Ella bajo ÉL, Él sobre Ella. Ambos
desnudos, Él acariciando los senos de ella, Ella el pecho de Él.
Se acercó lentamente a su cuello, retiró
el pelo y comenzó a besarlo, a lamerlo con sutil ansia, tenía los colmillos
bastante afilados y Ella los notaba rozar su piel blanquecina.
Con una mano agarraba uno de sus senos y
lo masajeaba circularmente a la par que daba pellizcos en su pezón ya duro,
ella intentó cruzar las piernas pues comenzaba a sentir la humedad de su sexo y
las palpitaciones en el mismo, también notaba la dureza del de su oponente
masculino.
Él alargó la otra mano y cogió el
cuchillo que hizo un sonido escalofriante, para los oídos de la mujer, al rozar
con el filo la bandeja en la que se encontraba.
Mientras mordía con mayor fuerza el
cuello de Ella agarro su mano y la entregó el cuchillo, otorgándola el poder,
el mando.
Mordió una última vez con fiereza y
consiguió un leve desgarro, la Mujer gimió de dolor y placer, el sabor a sangre
invadió rápidamente las papilas del Hombre, su erección se hizo mucho más
notoria.
Absorbió el líquido carmesí y en un giro
puso a su oponente femenino sobre Él, sobre su abultado, caliente y duro sexo.
Ella lo noto, se balanceó sobre Él pero
sin llegar a la penetración.
Con el cuchillo en la mano, comenzó a
pasarlo por el pecho del hombre, que la miraba con cara de lascivo deseo, con
sus manos en las nalgas de la Mujer, las cuales apretaba hacia abajo para que notase
lo que pronto se metería dentro de su Núcleo vital.
En un gesto lento y sádico ella clavó la
punta del cuchillo en el pectoral derecho del cual brotaron pequeñas gotas carmesíes
y continuó hasta llegar bajo su pectoral izquierdo, haciendo una herida
considerable que comenzaba con velocidad a sangrar.
Ambos sentían el placer que este líquido
rojizo ofrecía visualmente, dejó el cuchillo encima de la cama y cogiendo una
de las copas doradas lo puso en la herida que manaba sangre.
Cuando estuvo considerablemente llena, ella
lamió la herida, dio un pequeño sorbo de la copa y continuó lamiendo el pecho
del Hombre para seguir bajando a su sexo en plena erección.
Introdujo entero su ardiente falo y comenzó
con un ritmo desorbitante a comerlo, lamerlo e incluso morderlo, el flujo del
hombre se mezclaba con el sabor férreo de la sangre, lo cual producía en la
mujer un éxtasis doble.
Él no quería esperar, tumbó a la mujer y
bebió de un sorbo lo que quedaba de la copa, puso las piernas de ella sobre sus
hombros y el sexo de la mujer quedo al descubierto, sin protección posible,
lamió sus dedos e hizo que ella también lo hiciese estos se mojaron de saliva,
sangre, flujo del Hombre que aun continuaba en las comisuras de la mujer, pasó
su mano sobre la vulva e introdujo visceralmente su grandioso miembro dentro de
ella.
No había compasión, el éxtasis que le producía
la sangre hacía que sacase la Bestia oculta, el animal interior, el sonido que
se producía al meter y sacar su órgano viril se mezclaba con los gemidos de
ella, que también se encontraba extasiada.
En cada embestida ella pasaba la mano por
su pecho aún sangrante y le daba a lamer a Él, para después hacer el mismo
movimiento y lamer ella.
El sabor de su sangre era exquisito y
producía en ellos un placer procedente de otro mundo.
La puso a cuatro patas en aquella cama
redonda, donde se deslizaban por el raso de las sabanas ya humedecidas y
cogiendo el cuchillo nuevamente, esta vez fue Él quien asesto el tajo en la
nalga izquierda de la Mujer, lamiendo la sangre que manaba de su cacha, lo cual
excitó mas si cabía al Hombre, esto hizo que la penetrase con mayor fuerza, cogiéndola
por la cintura, cruzando los brazos, mano derecha en cadera izquierda y mano
izquierda en cadera derecha para así hacer más fuerza y poder controlar la
embestida.
Ella gemía cual perra, sentía su sexo húmedo
y caliente, notaba como el de Él entraba y salía con la ferocidad del mismo
Diablo.
Notaba su corazón en el cuello, en su
nalga, en su sexo. Todo se encontraba en una perfecta sincronía.
No tardaría mucho más en llegar al clímax
total, Él lo sabía y por eso continuaba con el ritmo frenético, quería que se
corriese a la par que él, sentir ambos líquidos mezclarse dentro de ella.
La cogió por la cintura y la tumbo encima
de Él, quería ser cabalgado. Quería que ella acabase con Él.
Así bien, Ella hizo lo propio y comenzó a
subir y bajar. Él notaba sus nalgas, la sangre que manaba de una de ellas en
sus testículos, las notaba botar sobre él.
Notaba la ferocidad con la que ella
saltaba y se movía circularmente. Ella hincó sus uñas en su pecho magullado lo
que a él excitó aún mas, no la dejó continuar, la abrazo fuertemente, inmovilizándola
y haciéndola presa de su glande, comenzó a embestirla una vez más, escuchando
sus gemidos en su oído, mientras ella también mordía con ansias su cuello.
Un calambre recorrió el cuerpo de ella,
noto también como las piernas de Él se tensaban.
El derramaba su Hidromiel en su interior,
Ella gemía, expulsaba entre tanto el elixir y manjar de Dioses.
Compenetrados, habían llegado al clímax único
y total. Respiraban y aun gemían como animales.
La gran sala olía a sexo, a sangre, a
sudor y flujos de Hombre y Mujer.
Pronto beberían y fumarían para celebrar
aquel rito sexual.
Mientras tanto, hasta la próxima parafilia
queridos.
Cada vez mejor, más visual, más real, casi se puede sentir, oler y saborear... Ojalá este Blog fuera en 4D. Sangriento, de un romanticismo contemporáneo y un gótico moderno...ha hecho hervir mi sangre, pero de excitación y admiración. Enhorabuena, mi vampiresa Acid. Ya lo decía el Príncipe de las Tinieblas: "La sangre es la vida..."
ResponderEliminarUsted siempre tan atento querido Diabolik, "La sangre es la Vida..." Y como tal se ha de derramar, de una forma u otra...Visceral y pasionalmente.
EliminarMe encantó, casi puse sentir el exquisito aroma...
ResponderEliminarAplausos.